Victorino Alonso: por encima de las personas…

María Díaz Rodríguez es la que tiene la llave de esta iglesia del siglo XVII y ayer enseñaba el retablo que falta por restaurar.DIARIO DE LEÓN

Langre se queja de una «pírrica» indemnización y de que no han cesado las grietas en sus casas

Los afectados por las subsidencias mineras de Uminsa emplearon el dinero en reparaciones y otros gastos.

MANUEL FÉLIX | LANGRE 01/09/2011

Los más de 700.000 euros que la empresa Uminsa pagó a los dueños de 40 inmuebles de Langre, por las grietas ocasionadas a consecuencia del laboreo minero en el subsuelo, no han llevado la alegría a este pueblo del municipio de Berlanga del Bierzo. El Tribunal Supremo les ha dado la razón en última instancia después de 15 años, pero la insatisfacción pesaba ayer como una losa entre la mayoría de los 28 afectados que interpusieron la demanda a la empresa minera perteneciente al grupo del industrial Victorino Alonso.

En términos generales, los consultados por este periódico no se quejaban tanto del tiempo que han tenido que esperar para que les pagaran el daño (que también), sino que además han comprobado de manera directa cómo las indemnizaciones que al final ingresaron en sus cuentas bancarias apenas daban para reparar los daños en sus viviendas. Pero lo peor de todo para ellos es que el problema permanece, sigue latente, puesto que ven cómo las grietas en sus inmuebles no han cesado.

«Ni para viajes». En el barrio de La Nogalina vive Valentín Alonso Álvarez. Es uno de los que cobró. Su casa tiene más de 30 años y los albañiles ya han estado en ella reparando grietas. Pero su visión de lo sucedido sigue siendo amarga: «Me dieron dinero, pero entre el pago a la Justicia, los arreglos y los viajes que tuve que hacer, casi no tengo ni para los arreglos».

Caminos de telarañas. Aquilino Barreiro tiene 72 años. Su casa fue construida de nuevo, pero repisó y las grietas proliferan dibujando sobre el blanco de las paredes caminos de telarañas. Es uno de los que más verbaliza y gestualiza su sinsabor: «Mientras las galerías que hay debajo del pueblo no asienten bien, esto seguirá repisando. Después de las sentencias nos dieron poco dinero y encima, de lo que tendríamos que cobrar, el 45% se lo han llevado los gastos; tenían que habernos tasado las propiedades afectadas el doble de lo que hicieron, ya que luego tuvimos que dar casi la mitad de lo que nos pagaron. Aunque yo, lo daba ya todo por perdido después de tantos años».

Su casa está ya reparada. Los muros de la planta baja dice que tienen casi doscientos años y, ciertamente el grosor de los mismos miden casi un metro, con piedras rústicas de gran tamaño. Aún así, las grietas han hecho de las suyas. La planta superior es de nueva factura y los desperfectos se presentan más visibles en su interior. «Incluso después del arreglo han seguido saliendo las grietas», afirma, al tiempo que las señalaba con su dedo índice.

La presencia del periodista crea en la calle de Langre corrillos de vecinos. Todos, los que han cobrado indemnización y los que no, cuentan su particular historia y todos coinciden en expresar el sinsabor, la decepción y a la vez la resignación contenida.